jueves, 4 de noviembre de 2010

Historias de "Kasas"

-Los kasas son una especie de sombrero que llevan los japoneses para resguardarse del frio, son de paja y tienen forma de cono. Otras civilizaciones orientales (como los chinos, los mongoles, ect...) también los usan.
Ahora voy a contar dos historias sobre kasas, la primera se llama: "Kasajizo"
-Había una vez unos ancianos que eran muy pobres. Estaban casi moribundos, y el invierno lo estaban pasando muy mal. Con sus últimos esfuerzos, la mujer hizo unas bufandas para que las vendiera el marido en el mercado. En el camino al mercado, el marido se encontró unos "Jizos" (unas estatuillas de piedra que se usaban para rezar a los niños muertos en el parto). El marido se apiadó de ellos,  les quitó la nieve de encima y  les puso una bufanda a los cuatro. El marido fué al mercado, pero no tuvo suerte vendiendo las bufandas. Entonces, vio que un vendedor de kasas tenía la misma suerte que el. El vendedor y el marido decidieron intercambiar las bufandas por los kasas, pero el marido siguió sin vender nada. El marido volvía a casa decepcionado, cuando se encontró a los jizos. Vió que volvían a estar cubiertas de nieve y el marido les puso los últimos kasas que le quedaban, a los jizos. Cuando volvío a casa, se sentó al lado de su mujer para decirle lo que había pasado. Pero de repente, los dos oyeron unos golpes en la puerta, y vieron un montón de comida, ropa y otros regalos, mientras veían a los jizos correr de ahí. Eran los regalos de los jizos, por que el marido había sido muy generoso. FIN
-La segunda historia de kasas es: La leyenda de Karakasa.
-En los demonios japoneses existe una raza llamada "Tsukumogami", que quiere decir Espíritu Artefacto. Existe un tsukumogami llamado Karakasa, que es el fantasma de un paraguas que tiene un siglo de antiguedad. Tiene forma de parguas viejo, un pie (simbolizando la vara de los paraguas), un ojo y una gran y enorme lengua. Se dice que si te encuentras un paraguas viejo en el suelo, no lo cogas, puede ser Karakasa. Dice la leyenda que si coges el paraguas abandonado, te comerá con su gran y enorme lengua. FIN

jueves, 14 de octubre de 2010

El cedro y el guardabosques

Hubo una vez, en la ciudad de Kioto un bosque al lado de un gran estanque. El árbol mas grande del bosque era un gran cedro de gran tamaño, pues era muy viejo. Solía pasear por ahí un samurai que servía al señor de esos parajes. El samurai estaba pensando en cómo conquistar una isla cerca de Kioto, y se le ocurrió hacer una gran catapulta para aplastar las murallas y casas de los habitantes de la isla, cuando se encontró al viejo cedro. Se le ocurrió hacer la catapulta con la madera del cedro, así que se lo recomendó a su señor. Al señor le pareció bien, y cuando fué a cortar el cedro junto a otros tres samurais, vió que un anciano señor estaba guardando el cedro. Decía que no quería que cortaran el cedro, y al ver eso, los samurais volvieron hacía su jefe. El señor dijo que quién custodiara el cedro fuera decapitado, pero cuando volvieron, vieron al anciano guardabosques que les dijo:
-Guardabosques: ¡Protegeré este árbol en nombre del gran dragón!
-Los samurais se fueron y les dijeron al señor lo que había sucedido:
-Señor: ¡Me da igual que protega el árbol en nombre del gran dragón! ¡Cortadle la cabeza si hace falta!
-Fueron veinte samurais al bosque, pero cuando llegaron, el cedro estaba ardiendo, y el guardabosques, sentado en el cedro mientras las llamas le devoraban. El cedro, medio calcinado se cayó al estanque y sus cenizas se esparcieron. El cadáver del guardabosques estaba tumbado en el suelo... Los samurais, al ver esto se fueron y no volvieron al palacio del señor. Años mas tarde, vino un joven guardabosques a sustituir al antiguo. Hizo una escultura del gran dragón y la puso encima de la tumba del anciano guardabosques. FIN

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Nemuri Neko

-Había una vez un viajero llamado Sakichi, que era muy buen escultor. Cuando llegó a la ciudad de Nikko se hizo de noche, y no tenía ningún refugio dónde pasar la noche. Encontró un hotel dónde se hospedó, y durmió placidamente; pero cuando se dió cuenta, no tenía dinero, pero Sakichi le prometió al hotelero que le haría una estatua de Buda a cambio. Al día siguiente, Sakichi terminó la estatua de Buda, el hotelero se quedó encantado y le dijo a Sakichi:
-Hotelero: ¡Esta escultura es magnífica! Ahora que lo pienso, en este momento están construyendo el santuario de Nikkotoushougu, ¡con lo buen escultor que eres podrías echar una mano en las obras!
-Y así, el hotelero presentó a Sakichi a Jingoro Hidari, un escultor muy famoso, que era el arquitecto de Nikkotoushougu. En ese momento, Sakichi pensó:
-Sakichi: ¡Voy a trabajar con Jingoro Hadiri! ¡Voy a poner todo mi empeño!
-Jingoro se dirigió ante Sakichi y le dijo:
-Jingoro: Espero que seas bueno, pues tu vas a cincelar una estatua de un gato sobre la puerta. Yo mientras voy a cincelar un dragón.
-Sakichi le hechó mucho empeño en cincelar el gato, Jingoro en cincelar el dragón, y los demás obreros en terminar Nikkotoushougu. Al cabo de unos días, terminaron el santuario de Nikkotoushougu. Todos se pusieron muy alegres, y lo celebraron con una gran fiesta y un montón de comida. Después de la fiesta todos estaban muy cansandos, y no probaron bocado del rico festín que había; se durmieron directamente. A la mañana siguiente, cuando todos se levantaron ¡vieron que no había ni rastro del montón de comida! Sakichi y Jingoro fueron corriendo a la entrada de Nikkotoushougu, ¡y vieron rastros de comida alrededor de la escultura del gato que fué cincelado por Sakichi!
-Jingoro: ¿Te has comido tú la comida y se la has puesto al gato para encubrirte?
-Sakichi: ¡Yo no he sido!
-Jingoro: Yo tampoco... Posiblemente un espíritu haya poseído al gato y haya hecho que se comiera la comida. Ahora ya se ha ido, ya no hay peligro.
-Entonces llamaron al gato Nemuri Neko, y aún sigue en Nikkotoushougu.
FIN

La leyenda de Noppera-bo

-Esta historia va sobre el espectro de la mitología japonesa llamado Noppera-bo. Noppera-bo es un fantasma con aspecto femenino que carece de rostro, quiere decir que no tiene ni ojos, ni boca, ni nariz ni piel en la cara. La historia es así:
-Hace mucho tiempo, hubo un pescador de koi (un pez japonés de la familia de la carpa) que vivía con su esposa. Un día, el pescador fué al lago Oitekebori, que tenía fama de tener muchos koi, pero también de estar maldito. La mujer del pescador le suplicó que no fuera allí, pero el pescador se negó. Una vez que el pescador llegó al lago Oitekebori, pescó muchos koi, pero desde el fondo del lago oyó una sonora voz...
-Voz: ¿¡No sabes que este lago está maldito!? ¡Suelta esos peces y no morirás! ¿¡No sabes que este lago está maldito!? ¡Suelta esos peces y no morirás!
-El pescador no hizo caso de la voz y se fué corriendo de Oitekebori. Después de andar unos metros, el pescador vió a una mujer que paseaba, y esta le dijo:
-Mujer: Por favor, suelta esos koi al lago Otikebori.
-El pescador se negó, y entonces, el pescador vió de repente la cara de la mujer, ¡¡qué no tenía ni ojos ni boca ni nariz!! Era Noppera-bo.
-Noppera-bo: ¡He dicho que sueltes esos peces!
-Al ver a Noppera-bo, el pescador gritó, tiró los peces al suelo, y se fué corriendo a su casa, huyendo de Noppera-bo. Cuando la mujer del pescador le vió, llegó jadeando a casa. El pescador, horrorizado le dijo a su mujer:
-Pescador: ¡No vas a creer lo que he visto! ¡He visto a Noppera-bo!
-Mujer del pescador: Mmm, Noppera-bo... ¿te refieres a esto?
-La mujer del pescador empezó a arrascarse la cara, hasta que su rostro se fué convirtiendo en Noppera-bo. El pescador dió un grito y se desmayó. El pescador cuando se despertó, vió que estaba en un cementerio cercano al lago Otikebori.
El pescador divisó una tumba, dónde ¡¡estaba el nombre de su mujer!! El pescador había estado casado con el fantasma de Noppera-bo.
FIN

martes, 28 de septiembre de 2010

El reino submarino

-Había una vez un pescador llamado Urashima Taro que vivía con su madre al lado del mar. Un día, Urashima vió a unos niños apalear a una pobre tortuga. Urashima fué y les dijo a los niños que dejaran de torturarla, y los niños se fueron. La tortuga, al asombro de Urashima empezó a hablar.
-Tortuga: Gracias por haberme salvado.
-Y la tortuga se fué al fondo del mar... Pasaron unos pocos años y, un día, mientras Urashima estaba pescando, vio un gran animal que se paseaba por la playa.
Urashima se acercó, y vió que era una gran tortuga, pero la tortuga vió a Urashima, y empezó a hablar, como la de los años anteriores.
-Tortuga: ¡Hola Urashima Taro! Yo soy la tortuguita a la que salvaste hace unos años. Para recompersarte te llevaré al reino submarino. Y, Urashima, montado en la tortuga, fueron al fondo del mar, donde vieron un hermoso palacio submarino. Cuando llegaron, la tortuga le dijo a Urashima:
-Tortuga: Este es el palacio del reino submarino. Te voy a presentar a la princesa.
-Entonces, apareció la princesa, que era una sirena.
-Princesa: Bienvenido, Urashima Taro. Gracias a tí, esta tortuga está viva, ¡y lo celebraremos con muchos banquetes!
-Urashima Taro disfrutó de deliciosos y grandes banquetes, danzas de peces, ¡y mucho más! Pero, después de una semana, Urashima le dijo a la princesa:
-Urashima: Princesa, he de irme a la superficie, mi madre puede estar muy preocupada por mí.
-Princesa: Vale, pero a cambio toma esta cajita, ¡y no la abras!
-La tortuga acompañó a Urashima a la superficie, pero cuando llegó a la playa, vió que ni su casa ni su madre estaban en ningún lado.
-Urashima: Qué raro... Voy a abrir esta cajita...
-Y Urashima abrió la cajita, ¡pero de repente se convirtio en un viejo. Después, la cajita empezó a hablar:
-Cajita: ¡Dentro de mí se encontraba tu edad! ¡Porque has estado en el reino submarino 60 años!
FIN

viernes, 24 de septiembre de 2010

Momotaro, el niño melocotón

-Había una vez una pareja de ancianitos que vivía en una casita al lado de un río. Un día, mientras el ancianito cortaba leña, la ancianita fué a lavar la ropa al río.
-Ancianita: (cantando) La,la,la,uy, ¿¡qué es eso!?
-La ancianita divisó una especie de pelota gigante de color rosado flotando en el río.
-Ancianita: Qué raro... ¿será un melón rosado? ¡Eh! ¡Es un melocotón!
-En efecto, lo que divisó la ancianita no era un melón, sino que un melocotón que estaba flotando por el río. La ancianita lo recogió y se lo llevó a su casa, entonces, la pareja de ancianitos pensó que era un melocotón muy grande, y que les daría mucho alimento, así que decidieron cortarlo. Justo en ese momento, el melocotón gigante empezó a moverse, y se partió en dos, descubriendo así a un bebé que había dentro del melocotón. Los ancianitos se sorprendieron y se quedaron con el bebé, al que llamaron Momotaro (porque momo es melocotón en japonés). Momotaro creció a base de boles de arroz, y se hizo un niño muy fuerte y robusto. Un día, llegaron unos oni (demonios en japonés) al pueblo y secuestraron a casi toda la gente, excepto a Momotaro y a los ancianitos. Decidido, Momotaro les dijo a los ancianitos:
-Momotaro: ¡No voy a tolerar esto! ¡Voy a ir a la isla de los oni a rescatar a toda la gente!
-Pero el ancianito le dijo:
-Ancianito: ¡No lo hagas Momotaro, te matarán!
-Pero la ancianita dijo:
-Ancianita: Yo creo en Momotaro, ¡va a poder derrotar a los oni!
-Y así, la ancianita le dió a Momotaro un zurrón en el que llevó ropas y unos deliciosos pastelitos de harina. Momotaro se fué y en el camino se encontró a un perrito.
-Perrito: Mmm, ¡qué bien huele! ¿qué llevas en el zurrón? ¡Pastelitos! ¿me puedes dar uno?
-Momotaro: ¡Claro!
-Y Momotaro le dió un pastelito al perrito. Así, el perrito siguió a Momotaro en el viaje a la isla de los oni. Pronto se encontrarón a un mono.
-Mono: Mmm, ¡qué bien huele! ¿qué llevas en el zurrón? ¡Pastelitos! ¿me puedes dar uno?
-Momotaro: ¡Claro!
-Y Momotaro le dió un pastelito al mono. Así, el mono siguió a Momotaro en el viaje a la isla de los oni. Pronto se encontrarón a una grulla.
-Grulla: Mmm, ¡qué bien huele! ¿qué llevas en el zurrón? ¡Pastelitos! ¿me puedes dar uno?
-Momotaro: ¡Claro!
-Y Momotaro le dió un pastelito a la grulla. Así, la grulla se unió al grupo. Al final, Momotaro y los demás llegaron al mar.
-Momotaro: ¡Ya hemos llegado al mar! ¿Pero cómo vamos a llegar a la isla de los oni?
-El mono divisó un barquito en el que los cuatro llegaron a la isla de los oni. El problema es que un gran portón de hierro les impedía el paso.
-Grulla: Hecharé un vistazo aver que hay detrás del portón.
-La grulla voló y vió una sala en la que estaban los oni y el rey de los oni bebiendo jarras de sake (un licor japonés) mientras los aldeanos estaban encerrados en jaulas. La grulla le contó lo que había visto Momotaro.
-Mono: Yo intentaré abrir el portón desde dentro.
-El mono escaló y abrío el portón, y antes de que se diesen cuenta los oni, el perro les mordió, el mono les arañó y la grulla les picoteó. En un momento de distracción, Momotaro le dió un fuerte garrotazo al rey de los oni.
-Rey de los oni: ¡Ay! ¡Por favor, no nos mordaís, arañeís, picoteeís y nos ataqueís! Os daremos a los aldeanos y nuestro gran tesoro.
-Y así, los aldeanos fueron liberados y Momotaro, el perro, el mono y la grulla se fueron con un brillante tesoro. Momotaro le enseñó el tesoro a los ancianitos y ya no fueron pobres ni tuvieron que comer melocotones gigantes.
FIN